Me siento en una esquina y espero a que el tiempo pase. Miro el reloj que hay colgado en la pared. Siempre son las seis y media. No hay manera de escapar de ese instante en la historia, en el que ni tú ni yo supimos cómo decirnos todo lo que veníamos arrastrando desde hacía años.
Posted by Kapt. Kurtz at 6 de Julio 2003 a las 08:41 PM