17 de Enero 2004

empaste

El pequeño dentista de las orejas caídas esperaba ansiosamente a que llegara su paciente. Se había enamorado de esa pequeña boca de dientes puestos aleatoriamente sobre las encías, sin orden ni concierto. Deseaba inyectarle la anestesia de manera que, estando casi inconsciente, la boca se rindiera ante él y accediera a empastarse para siempre. Era demasiado tímido para hacer otra cosa.

Posted by Kapt. Kurtz at 17 de Enero 2004 a las 02:31 PM
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