Esta ciudad, ya es una ciudad sin cables (useasé wireless o güifi) en dos de sus puntos. Lo cual, la convierte en algo etéreo e intangible. Muy bien. Me gusta. La iniciativa es de la municipal edonostia.net, o eso creo. Lo que no me gusta: pues que para completar el registro en edonostia.net (indispensable para cualquier servicio que ofertan) hay que personarse en alguna de sus dos sedes. Que por cierto, están quintocarajo para mí. Aquí vuelven los cables. Lo terrenal. Y lo tangible. Para incordio del ciudadano.
Qué modelno.
Muchas veces, ni se sabe cómo, logramos sobrevivir milagrosamente a las olas. Nuestro barquito chiquitito, por el que nadie daría un duro, consigue mantenerse a flote y llegar a buen puerto. En las horas de calma que llegan tras la tempestad, sólo se nos ocurren dos cosas: meternos en la cama o ir a cualquier tasca del puerto a tomar cervezas hasta caer. Desafortunadamente, una voz como de ultratumba pronuncia nuestro nombre, pronuncia una nueva misión, y sin darnos cuenta, nos encontramos otra vez en la proa del barco, pensando en cómo superar la propensión al mareo y qué nos podremos llevar a la boca.
Regresan las grandes olas. Y los truenos.
Amildegi sakonaren aurrean. Orri zuri bat, tinta erdi agorturik duen boligrafoa eta ni. Hirukote paregabea. Eta oraingoan ezin dut hutsik egin. Oraingoan zerbait esan behar dut, argi eta ozen. Jadanik bukatu dira belarrira esandako desioak. Ni naiz. Hauek nire istorioak dira. Oraingoz ezer. Oraingoz mutu.
Mis ojeras no pagan el alquiler de mi cara. Ni el hambre el de mi estómago. Las gilipolleces han ocupado por las buenas mi lengua, y el cansancio, todo mi cuerpo.
No leí la letra pequeña del contrato de arrendamiento de mi persona. Será eso.
No voy a entrar en los conceptos de autoridad deontológica y autoridad epistemológica con los que me aburrieron en la universidad. Hay que saber mandar. Quien manda, no sólo manda para lo bueno. No es sólo mandar, cobrar un pastón y dedicarse a la buena vida. El sueldo debe ser reflejo de la responsabilidad y el trabajo. Quien manda no puede irse y dejar todo el pantano al trabajador, porque el último responsable es él. Claro está, vivimos en la edad del arte de Poncio Pilato. Si sale todo bien, quien firmo soy yo.
Si sale mal, me lavo las manos.
El día que me convierta en la reencarnación de Trostky, o Bakunin, o la perra Laika (qué más da). El día que me suba a una caravana propagandística. El día que desentierre lo enterrado bajo tiempos de silencio. El día que señale a los culpables opresores. El día que escupa sin tapujos lo que pienso, siento y creo. El día que se descubra la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. El día que regrese la justicia. El día que vivamos y dejemos vivir.
Algunos se van a cagar.
Puede que el techo de mi habitación todavía me sorprenda después de compartir tantas noches en vela. Que el periódico del día anterior que leo en el desayuno, tenga algo nuevo que contarme. Que el camino al trabajo sea diferente. Que hoy no tenga que quedarme hasta las mil.
Puede, pero me extrañaría muchísimo.
Y de repente, dejé de acordarme de que existo. Reclamé en fábrica. Me dijeron que ya no había más piezas de recambio para un modelo como yo. Y me quedé así, con una amnesia que sólo me permite trabajar, y seguir tirando.
Sucesos nocturnos:
- Roban todos los felpudos de un portal.
- Chicos de 16 años hacen rimas de hip-hop en la madrugada del parque de al lado.
- Un grupo de cincuentonas y un sesentón camina dando tumbos. Cada uno se ha bebido una botella entera de vino navarro.
Estamos vivos.
Al fin.
Nire lehenengo oroitzapena? Nire anaiaren bi begi handiak niri so. Ez zirudien oso pozik. Ez nuen esan zidana ulertu. Ezta orduan jaso zuen zaplastekoa. Orain bai.
Agian.
La niña de la pequeña cola de caballo no logró enamorarse de sus secuestradores.
Se limitó a exigir pilas para su muñeca parlante.
Para que esta pudiera negociar.
Soy víctima de un secuestro. Reúnan fondos para mi rescate.
O no.
Ayer finalizaron los sorteos prenavideños de la Lotería Autonómica y Municipal de Viviendas de Protección Oficial. Por supuesto, no nos ha tocado. Ni siquiera entrábamos en el sorteo. Y sólo con imaginar el ambiente tenso de sonrisas y lágrimas que se viviría en el recinto, se me encoje el corazón. Una mezcla de ceremonia de los Oscars, catástrofe humanitaria y tómbola de pueblo. Y con ello pretenden arreglar los problemas de vivienda de este país, y más concretamente los de esta ciudad. Esto lo solucionaba yo entrando en plan Ranger -aquí ya no hay diplomacia que valga- en todos los pisos vacíos y dejados de la mano de dios que hay por ahí. Esos datos que todo el mundo parece obviar producen escalofríos.
La guía inmobiliaria del periódico, convulsiones.
Me gustaría hablar en una lengua en la que fuera posible decir "estoy aquí" de 300 maneras diferentes. Dejar de quedarme dormida en el momento menos oportuno. Hacerlo cuando tú me miras. Y sentirme protegida por la palma de tu mano. Por tu lengua incomprensible en la que hay 300 maneras diferentes de decir "no te preocupes". No cierres la puerta al salir.
Es posible que eche a correr tras de ti.
Algún día llegaré a comprender por qué los coches son tan importantes. Por qué la gente habla tanto de ellos. De sus excelencias. De sus defectos. Entenderé que dan mucha libertad, y que son muy prácticos. Que la gasolina acaba saliendo más cara que el diesel. Que los seguros siempre te pegan un sablazo cuando eres novato. Sí, supongo que algún día comprenderé todo eso.
Pero de momento me importa un pimiento.
Lo último que aquel hombre vio, lo último a lo que pudo agarrarse, la última esperanza que tuvo.
Antes de caer.
Ayer, los de la fundación asmoz me dieron la mala noticia de que el curso de posgrado online al que me había apuntado, no va a realizarse por falta de alumnado. Debemos ser cuatro pelados en este pueblo (y más allá, que para eso es elearning) los interesados en estos temas, o lo han comunicado fatal y nadie o casi nadie se ha enterado del evento. Que también puede ser. Me devuelven el dinero -que me vendrá muy bien- pero no la ilusión que me hacía ampliar conocimientos en esto de la comunicación a través de medios digitales. En fin, que en este largo viaje hacia una vida mejor, es normal tener un tropezón. Lo que no quiero es ir rodando, dándome con todos los cantos.
Ni que por estas vicisitudes, se me acaben las ganas de andar.
"Denborarik ezagutzen ez den tokitik nator. Han egon ez denak ez dezake jakin zer den hori". Egunkariek gertatu gabeko berriak dakartzate. Gertatutakoak ez baitu zentzurik bertan. Ez gertatzera doanak. Ez malenkoniarik, ez hasperenik. Munduak ez baitu birarik ematen. Ezta gure patuak ere.
Handik alde egin nuenean ulertu behar izan nuena gogorra da. Presak eta asperraldiak. Itxaroteak eta berandu heltzeak. Ni bezalako arrotz batentzat usadioek eta aldaketek ez dute esanahirik. Eta oraindik ere hala iruditzen zait. Dena berdina da. Eta aldi berean, zeharo desberdina. Hemen, orain, gugan denborak gezur handi bat eraiki du.
Aitzakia.
El pequeño electrista se equivocó al colocar las luces en aquel apartamento de protección oficial, dándole un aspecto fantasmagórico al lugar. Al llegar el pequeño minero, dueño del inmueble, creyó no haber salido aún de su lugar de trabajo.
Así que se puso a picar el baño recién estrenado.
Vamos hacia el analfabetismo funcional. Sin ningún remedio, además. Sabemos sólo de una cosa, y del resto que ni nos pregunten porque nos da pánico saber más. No tenemos tiempo. Forma parte de nuestras vidas y ya se ha incrustado en el sistema escolar. Y sin embargo, la información es lo que nos diferencia. Lo que sabemos, lo que no sabemos, lo que ni siquiera queremos saber o lo que sabemos sin querer. La información es la que crea nuestros deseos y frustraciones. Ignorar por completo o saber demasiado.
He ahí la cuestión.
Al venir me he mojado tanto que me he tenido que poner la bata de la señora de la limpieza de la oficina. Ando descalza sobre una moqueta que vete tú a saber lo que tiene. Estoy sin pantalones y menos mal que todo este affaire me ha pillado recién depilada. En fin, que parezco una mezcla entre actriz cutre del destape y Gracita Morales en años mozos. Y mi Alfredo Landa mirando a las suecas. Seguro.
Estimada Pelota en el Estómago:
Estate quieta de una santa vez. No subas ni bajes. Quieta. Ya que no puedo pedirte que desaparezcas, por lo menos deja de moverte porque voy a acabar metiendo mi cabeza por el WC. No, no me apetece tener un viaje psicotrópico. ¿De acuerdo?
Más te vale.
Debate filio-fraterno-maternal sobre qué es lo que tengo que hacer con mi vida. Por un lado, mi hermano E., el que todo lo sabe. Al otro lado del cuadrilátero, mi santa madre. Y yo, que lo veo todo de color oscuro, en medio. La cuestión es que me falta morro, y sin eso, hoy en día, no se va a ninguna parte. Voy por el mundo como pidiendo perdón, infravalorándome y así sólo consigo que me tomen el pelo. Una ONG de mediopelo. Es generacional: tal y como está la cosa, sentimos que debemos dar las gracias a dios por el hecho de que nos estén dando por culo.
Y mientras todas estas palabras retumban aún en mi cabeza, yo me pregunto cómo se consigue un mecenas.
El ejército de las cosas pequeñas, en misión de paz espiritual. Inicio la transmisión desde una trinchera desordenada, sola, en tierra de nadie:
Si les dicen que caí, frótense las manos porque seguramente será verdad. Fin de la transmisión.
Corto y cierro.
Ilustración de un Gato. Gracias.
Y como hoy no me apetece escribir nada, ustedes dirán.
A veces, las vidas también necesitarían un Sistema de Gestión de Contenidos (conocidos como CMS). Yo, personalmente, sometería ciertas cuestiones y vicisitudes a votación (¿cambio de curro o no?). Me actualizaría más fácilmente de lo que lo hago (emanciparme por fin). Y tendría templates grises para los días serios y ese verde pistacho tan de moda para cuando me siento de buen humor (y una combinación de ambos para el ni fu ni fa). Eso sí, como mi madre me dice que soy una ONG, mis días serían Open Source. Los usuarios podrían cambiarles el código y mejorarlos, que buena falta les hace.
En cualquier momento me pongo a aprender a bailar el Mambo.
Itsasoari so dagoen hirian, ni ibaiaren aldamenean bizi naiz. Korrontearen kontra igerian, mendigainetara heldu arte. Hasierak bilatzen ditut, amaieretatik ihesi. Amaierek aldaezinaren zama dutelako. Eta aldaezinak, heriotz kutsua.
Lo de que siempre hubo clases es cierto. A mí, por lo menos, me lo parece. Allá donde hay una suma de personas más o menos considerable, se construye, no se sabe muy bien por qué, un sistema de clases que se puede dividir en: los guays, la mediocre clase media, y los pringaos. La pertenencia a una clase u otra, responde más a la arbitrariedad que a méritos psicosociológicos. Simplemente, es así. A veces tengo la sensación, que detrás de Nedstat, o cualquier sistema de estadísticas y ránkings, se encuentra la maquiavélica idea de preservar este modelo social.
Otras veces pienso que soy una malpensada.
Qué original voy a ser hoy.
Esta noche me he despertado con el sobresalto. ¿Qué habrá votado Nebraska? Me ha costado volverme a dormir. Sobre todo porque en la radio, cada vez más escrutinios daban como ganador a Bush. A veces tengo pesadillas despierta. Esta ha sido una de esas veces. Pueden llamarme exagerada, pero yo, como ser humano, me siento fracasada. Siento el fracaso de vivir en un mundo en el que alguien (y no son uno ni dos) es capaz de reírle las gracias al subinepto de GW. Que conste que el señor JFK (ese no, el de ahora) tampoco me parece una perla. Pero no sé, hasta un barrendero de Wisconsin (¿qué habrá votado Wisconsin?) aporta más luz y serenidad.
Lo maleable y engañable de una sociedad cuyos individuos han recorrido a lo largo de su vida 170km. de media, es digno de análisis. El modo en que se ha utilizado el miedo, los valores sacrosantos de familia, iglesia y purificación del alma. Ellos crean el peligro. Ellos crean la seguridad. Espectáculo amenizado por la inestimable aparición de Bin Laden. A quien convenía la victoria de Bush. Todo el mundo necesita un enemigo. Y si no, se lo inventa.
Los humoristas están de enhorabuena, tiene otros cuatro años para poner en marcha sus máquinas de hacer chistes, cada cual más burro, sobre el presidente de los Estados Juntos (cada vez menos unidos).
Maldita la gracia.
Ayer, junto al río, me crucé con una chica que lloraba desconsoladamente. Su espalda cargaba con una mochila y caminaba golpeando el suelo rabiosamente con los pies. Cada vez que veo a un desconocido llorar se me parte algún pedazo de alma. Como si el mundo a veces resultara demasiado humano. Pero jamás me paro a consolar a esas personas. Es como si tuviera miedo, como si ese desconocido tuviera mil causas que echarme en cara. Mil causas para meter la vida en una mochila, y echar a andar.
Una de las sensaciones más desagradables que hay es estar leyendo un libro mal escrito. No es ni siquiera una mala traducción. No, es un libro mal escrito. A veces salta con una gramática inverosímil. Otras, me encuentro con guiones que cortan palabras inexplicablemente. No, no son piruetas literarias del autor. Es un libro técnico. Y mal escrito. Las cosas mal escritas pierden credibilidad. ¿Cómo te voy a creer lo que me digas sobre Arquitectura de la Información si no eres capaz de reunir sujeto+verbo+predicado con cierto sentido? Te creo con un arqueo de ceja.
Vamos, que a medias.